Ciencia y Tecnología

Por qué no existe una vacuna contra el SIDA a 37 años de que se descubrió la enfermedad

A unos meses de que iniciara la pandemia de COVID, la ciencia sorprendió al mundo con las primeras vacunas que mostraban un buen índice de eficacia para proteger al organismo contra la infección grave; pero para otras enfermedades la ciencia no ha sido tan afortunada. Por ejemplo, ¿por qué no existe una vacuna contra el SIDA a 37 años de que se descubrió la enfermedad? Un experto patólogo responde.

Ronald C. Desrosiers es profesor de patología en la Facultad de Medicina Miller de la Universidad de Miami y en su laboratorio se descubrió el virus de la inmunodeficiencia de los simios (VIS), que es un equivalente al VIH en humanos. Durante varios años, el doctor Desrosiers ha contribuido a la investigación de esta enfermedad que ataca directamente al sistema inmunológico humano y al desarrollo de una posible vacuna.

Aunque la diferencia es evidente entre la velocidad con que las vacunas contra el COVID-19 se desarrollaron y la aparente espera para el desarrollo de una vacuna contra el VIH, el experto asegura que no se trata de una falta de esfuerzo científico ni gubernamental o de una falta de recursos económicos, “la dificultad radica en el propio virus del VIH. En particular, esto incluye la notable diversidad de cepas del VIH y las estrategias de evasión inmunológica del virus”, explica.

Un virus evolucionado

En un artículo que escribió en The Conversation, el patólogo describe que hasta el momento se han realizado cinco ensayos de fase 3 de una posible vacuna contra el SIDA, cada uno con un costo de más de $100 millones de dólares: tres de ellos fueron un fracaso y aunque el cuarto generó cierta esperanza con una vacuna identificada como RV144, un quinto ensayo se encargó de desmoronar todo optimismo. El fármaco no protegía contra la enfermedad ni disminuía la carga viral.

“El VIH ha desarrollado la capacidad de generar y tolerar muchas mutaciones en su información genética. La consecuencia de esto es una enorme cantidad de variación entre las cepas del virus, no sólo de un individuo a otro, sino incluso dentro de un solo individuo”, escribe el patólogo. En 37 años de coexistencia con los seres humanos, el virus ha evolucionado para crear escudos para protegerse de los anticuerpos que el sistema inmune de la persona infectada trata de producir.

Quizá uno de los mayores retos para la ciencia es que “los investigadores saben cómo obtener anticuerpos que neutralicen una cepa, pero no anticuerpos con la capacidad de proteger contra las miles y miles de cepas que circulan en la población. Ese es un problema importante para los esfuerzos de desarrollo de vacunas”, explica el doctor Desrosiers.

Información: www.eldiariony.com

Agregar un comentario

Su dirección de correo no se hará público. Los campos requeridos están marcados *